martes, 18 de agosto de 2015

APRENDER A RESUCITAR

Esta foto no es mía, ¿qué tarado hace una foto conduciendo?

Alguien a quien quiero dice que a los 40, con suerte,  te quedan otros 40 de calidad antes de mascar tierra. Lírico hasta lo ensortijado, ciertamente, pero resulta que es verdad. La vida es esto que nos pasa todo el rato mientras pensamos cómo nos irá la vida y corre como una rata asustada y convencida de que morder es una forma de escapar.
A veces tenemos tanta prisa por todo que queremos llegar los primeros a nuestro funeral. Con diez queremos tener doce, con quince dieciocho y con cuarenta… con cuarenta queremos tener diez y nos damos cuenta de que se nos ha ido el tren de forma irreversible. Es por eso que es en esta década cuando tenemos más tendencia a  rompernos y aprender a resucitar, porque el perfil de la tirada cambia: era todo subida y ahora, en la cumbre, miramos y hay un pendiente pronunciada hacia… uf, ya sabes hacia dónde. No tengas miedo, el miedo mata más que la propia muerte.
Es por eso que estamos en la obligación de parar, tomar aliento y mirar todo el tramo que hemos subido de cuesta y valorarlo, porque no valorar lo que hemos alcanzado es negarnos la posibilidad de acometer otra cumbre o sencillamente quedarnos quietos admirando el paisaje.
El miedo a perder lo que tenemos, aunque nos haga infelices, es otro cepo en el camino. El miedo a soltar la cuerda sin saber si habrá otra, el de tirarnos a la piscina por si nos ahogamos a pesar del fuego que lo devora todo a nuestro alrededor. El miedo paraliza y al que se para se lo come la Nada (¿qué clase de niños de los 70 sois si no recordáis la Nada y Atreyu?).

Si parpadeas te lo pierdes. Si alguien te dice “mira el cielo”, hazlo, a no ser que estés en pleno adelantamiento en una zona de curvas o en plena cirugía torácica . Si es así,  espera un minuto, pero si no, hazlo, porque seguramente ese cielo que te señalan no vuelva a repetirse NUNCA JAMÁS.

Que redundante lo de NUNCA JAMÁS, con el jamás de apellido, como si el nunca no fuese suficientemente contundente. Pues eso: querido compañero de generación, no te andes con el bolo colgando que hoy es el futuro. Si, te confirmo que has llegado. Es esto. Un pisito pequeño con vistas a donde tú quieras y que se limpia en un boleo. Pasa y siéntate. Y si no te gusta, pues estás a tiempo de cambiar los muebles o abrir otra ventana que dé a otra calle, pero hazlo: CAMBIA LO QUE TE HACE INFELIZ O DEJA DE QUEJARTE porque la queja te hará perder trece otoños en el tiempo  en que deberías haber disfrutado una primavera con destino a ISLANDIA.

Esta mañana he visto un amanecer al volante de mi viejo tanque invencible, cabalgando los Montes de Toledo y he pensado ME CAGO EN ROS, COSA MAS BÓNITA Y SOLO PARA MIS OJOS y le he dado gracias a, no sé, a quien las quiera recoger.

Ha costado un huevo llegar hasta aquí… o no. Nos han roto la crisma, las piernas, el corazón, los sueños, los esquemas, los huevos, los platos, el himen…. Pero, ¿y lo que nos hemos reído?. Vive cada día como si fuese el último porque algún día lo será.

Y MIENTRAS TANTO YA SABEIS…

QUE NO SE OS OLVIDE RESPIRARRRRRRRR

2 comentarios:

  1. Enhorabuena por vuestras publicaciones, me ha llegado esta por facebook y ya me he puesto al día con todas las que habéis escrito. Es la primera vez que una reflexión tan realista como la que hacéis sobre los CUERNOS y los CELOS consigue arrancarme además de las ya frecuentes lágrimas....una sonrisa...!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Para nosotros es un honor leer unas palabras como las tuyas. Estamos empezando, pero vuestros ánimos nos alientan cada día. Te damos la bienvenida!

      Eliminar

Tu opinión y tal...