lunes, 3 de agosto de 2015

AMANTES PRÁCTICOS

Mi padre decía que a los 15 te enamoras y que a partir de los 20 todo es apaño. Mi padre, como es lógico, se equivocaba y puedes morirte de amor a los 40. Bueno, puedes sufrir por amor a los 40. Bueno....
No sé cuánto se equivocaba mi padre y cuánta razón tendrán los que abogan por el amor en los tiempos de la crisis inventada, o no tanto; lo que sí puedo afirmar es que quererse a los 40 es inminentemente mucho más práctico de lo que supone enamorarse con 20,  porque has aprendido a relativizar algunos aspectos no relevantes que nos podían llegar a subyugar en edades más tempraneras.
A los 40, el que más y el que menos, trae algunas cornadas de serie en forma de cicatriz mejor o peor rematada y eso curte. Entras en una edad en la que puedes considerarte un soltero o soltera "empedernido", pero lo habitual es ser un ex de alguien .
Cuando se tiene la experiencia adquirida de enfrentarse al fracaso sentimental, te enamoras con el freno de mano echado, por mucho que digas que vas a escape libre, porque aunque hay kamikazes en todas partes y con toda suerte de edades que juran ir con el alma descarnada, lo general suele ser un postureo romántico, muy sano por otro lado, que como sucedáneo de la subyugación no está mal, porque mata menos y luce lo mismo.

Se tiene más experiencia y se tiende a ser algo más tolerante para aquello que merece la pena tolerar pero también mucho más drástico con los asuntos que nos desangran y si no hemos llegado a ese punto, mala cosa.

A mi me gusta pensar que a nuestra edad hemos superado al amante de lo utópico y lo hemos sustituido por el amante práctico, aquel que sabe con algo más de exactitud qué quiere y qué no desea aunque aún no tenga muy claro cual es el camino para conseguirlo.

Uno de los objetivos alcanzados que nos hace convertirnos en amantes prácticos es, en mi humilde opinión, el haber perdido el miedo a estar solo, porque tener una pareja no implica sentirse acompañado, así como carecer de ella no es  condicionante de melancolía ni soledad . Además, la soledad es necesaria porque  aprender a  aguantarnos a nosotros mismos es un paso indispensable para aprender a tolerar a otros y también para resultar ser más tolerable en una posible convivencia.

No me gustan las entradas largas, me aburren. Por eso voy a dejar aquí esta reflexión que da para un tomo ilustrado de esos suficientes como para quitarle el vicio de armario a las alfombras de IKEA.  Tengo intención de quedarme a vivir en esta página con un Vikingo refunfuñón, compadre de aventuras literarias, así que os invito a venir de vez en cuando y de paso os preguntaré si os queréis quedar a cenar.

Y mientras tanto... llevadme la contraria o dadme toda la razón, pero indispensable:
QUE NO SE OS OLVIDE RESPIRAR

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